0274SanchezMaria6551MUTILADO

Groot Zundert tiene un sol
Que pende por encima
De una línea de montañas
Pequeñas. El cuadro es frío
Por demás, pero bien podría
Ser una postal de la belleza,
Aunque ese tímido sol
Que nunca anuncia el final
Del invierno, es el poema mutilado
Tanto damos que se termina
Entregando los brazos, tanto
Nos acecha la sombra de una luz
Inalcanzable, que toda palabra
Amarilla suele devenir
Nuestra única antorcha

Si los labios hablan del tiempo,
El beso niega la memoria
De los relojes negros,
Cada instante de herida
Que devora las comisuras
Si las manos que no tienes
Te sirven para el abrazo,
El viento de la ausencia
Es el báculo del amor
Que siempre nos aguarda
Tal vez este gesto señala
La plenitud de lo invisible
Y sirve seguramente
Para consolarnos,
Para comprender
En la transparencia
De lo que flota
Y jamás vemos,
Porqué el mundo
No le pertenece a la inocencia.

 

LOS BELLOS DIAS

Esto dejaremos.
Esto y también
La canción del deseo
Que resiste.
Al descender al camino
En las horas inciertas
Del péndulo,
En el tálamo donde las
Flores se asientan
Sostenidas en su
Propio yelmo,
A decir lo que fue
O fuimos,
El vuelo inconfesable
Del ángel,
Nuestra voz primera,
El amor.

Esto y también
La sentencia de la mirada
Que recuerda.
Allí, en los ojos donde
Bebimos de la sombra
Más impronunciable
O lo que siendo
Dejamos de ser,
Irreducible árbol
Que cedemos al hambre
Para ser Urapán
En la raíz
De toda tierra.

 

ANTES DE LA CONSUMACIÓN

Este signo representa el paso del invierno
Al tiempo fértil del verano.
I king,
Hexagrama 64.

Esta es la sepia genealogía.
¿Qué otro árbol podría encontrar?
Antes de la consumación
La belleza que dicta
El antiguo oráculo
Es otra en verdad.
Diré que todo ha sido dolor,
Una manchada noche
En que el padre se fue
Sin decir a qué
Cielos daba su sí.
Aquí fue haciéndose la fotografía
Que no entendimos en principio
Y que más tarde revelaría
El gesto de la tristeza
Que nos vino adherida.

Ella mira de frente al fotógrafo,
Apoyado apenas su brazo izquierdo
A una mesa adusta, fríamente decorada.
En la mano contraria
Una gérbera ya casi marchita,
Atrás un artificioso velo que
Emula una tarde barroca.
Una mano que pasa por encima
De su hombro, la del abuelo, supongo.

¿Qué otro árbol podría encontrar?

El gesto triste, detenido de la abuela,
Su mirada de una infinita nostalgia,
Y una flor en su mano.

¿Qué otra genealogía podría importarme?

La suprema y verdadera despedida del padre,
Y la mirada de esta mujer, su madre, mi abuela,
Detenida en la imagen sepia de una tarde sin cielo,
Son aquello que digo ahora entender:
La consolación de la belleza revelada para mí.

 

EL VELORIO DE LA AMANUENSE

Escribí la larga estela de tus árboles
A imagen y semejanza de tu dictado.
La luz que quisieron tus ojos
Son hoy de las hojas
Palabras detenidas
Que la arena de las diásporas entierra.
He sido la amanuense del fenecer de los siglos
Recolectora de veranos vacíos
Bajo un olmo fértil que no existe.
He ido a averiguar en la antigua vegetación
De las estepas
El nacimiento de los limos.

Hoy, dueña de voces extrañas,
Paisajes ajenos que no comprendo
Añoro una voz para decir el árbol
Que ronda mis sueños, el nombre de una mujer
Que semeja el descenso de las mareas,
Y el dialogo interrumpido que sostengo
Con el ángel.

 

BLUE

Si la luz consuela
La mirada,
Enséñame el camino a ella.
Veo las horas del alba
Ardiendo inaudibles
Sobre el silencio de los espantapájaros
Veo la línea que señala
La fatiga de los jornaleros
Veo el canto de los cuervos
Temblando sobre la piel de los estanques
Veo el balanceo de los eucaliptos
Interrumpido por la niebla.

Enséñame el camino.

Veo un dios que se marcha
Como el incienso
Que expulsaran las violetas
Veo la sombra abatida de una nube
Envenenar el estertor de los enfermos
Veo los labios de una mujer
Durmiendo sobre la higuera
Veo un jazmín desolado
En mi corazón.

Enséñame el camino.

 

TOUS LES MATINS DU MONDE

Aquella mañana señalé
El cielo de Indochina
Para escribir la palabra ardor.
Ese fue el límite
De aquello que me obsedía
Y que refería
No sé que distancia
Oculta en tus ojos.

Sé que en vano
El amor arranca su oreja
Cuece su mano,
Pero a mí
Todas las mañanas del mundo
Una música roja
Me despierta al triste espectáculo
De las hojas caídas
Cuyo vuelo inasible
Deshoja mis días.
Perdí el encanto de amar
Los ojos juveniles de muchachos
Como enviados por un dios hermoso.
A cambio
Habito una sordina
Que se quiere reventar al alba
Y que la luz consuela hablando
De una larga jornada:

La vida para ser dulce
Debe ser cruel.

 

CANCION DEL DESEO QUE RESISTE
(Epílogo)

Te abrazaría de ser un niño
a la sombra de los abetos
como en el tiempo de los milagros.

Amaría tu mañana infantil de cielo ancho,
ángel mío de cielo ajeno,
viendo la lluvia de nieve que desprende
la memoria de tus alas,
como un abismo en la mirada impaciente
de quien te aguarda.

Escucha,
pasionarias y tulipanes
florecen aun en el viento perplejo
de tu ausencia
y aves que regresan del invierno
resisten su canción triste de luz
sobre la rama ya vencida por la espera.

Te diría todo esto, inexpugnable,
de pie mirando el tiempo de las hojas
doblarse y volver sobre ellas mismas,
como si la imagen del día más alto
bastara
y el amor alcanzara para recomenzar
y decirlo todo.

 

REGRESSO

También el árbol
inclinado sobre su propia sombra
me recuerda
que esta tarde
ya estuvo entre nosotros,
no como se queda
el temblor del petirrojo
en la pupila,
sino como se adhieren
las hortensias al naufragio del azul
en los trasiegos del día.

Es la suma de lo bello y el dolor
de lo que ya no vendrá
lo que me hace entender
el árbol así rendido,
y el claro de la nube
en que se hunde el vuelo
y el nombre de esa flor
que parecía descifrarlo todo.

 

EL RECUERDO DE LOS BREZOS

Toda la luz reunida
en este pequeño árbol
es sólo un recuerdo
venido a menos,
justo antes
de que se marchite
la flor que lo anticipó
y el frágil pétalo que le dio su nombre.

Este himno de brezos
en el alto temblor de sus colores
y la primavera viva
que aun lo sostiene,
me recuerda que fui yo
quien lo soñó
antes de ser este dulce nombre
su alegría en el viento,
y no el dolor que su presencia
sabe llevarse y borrar.

Al mirarlo así
comprendo porque
la luz desciende
y se posa
no en la flor
ni en el pétalo
ni en el nombre.

 

PARAISO PRECARIO

Entonces vuelve a empezar
el día en mis manos.
Aquí se cierra el cielo
en su larga aporía
de nubes que sueñan el sol
y aves que regresan
congeladas del vuelo
de la noche.

De lo que resta,
vendrá otro día luminoso,
esquivo y anónimo
entre las hojas del tiempo,
extranjero entre nosotros,
iluminado fantasma
de una alegría indecible
perdida ya en el viento
de la memoria,
y tu cuerpo feliz renovado
de libertad,
y yo escribiendo
la sombra adusta
de otro paraíso precario.

 

IGUAL QUE SU TRISTEZA
¿Por qué lloras,
blanca niña?
Canción Sefardí

Como ese rostro que al paso del desierto
Parece una caravana de tristezas antiguas
Y agua de sed de tiempo sin río.
Como esa espera que vista a la sombra
De las dunas, mira el cielo en la huida
De sus alas y es también un poco de luz
Que se lleva el día.
Como esa tristeza que bajo su rostro
Ocultan las niñas nómadas de la grey
Del amor salvaje, sus pasos de arena
Fundando una arcadia de polvo
En las manos del viento.
Igual que su tristeza sería esta canción,
Y como la letra de esa canción.

INCÓLUME EL DESEO
Ni el nombre del sol de los antiguos baobabs
Ni el país donde crecen sus raíces como agua
Secreta, ni el dolor ni la alegría de lejanas
Hordas cantando sus desventuras, ni el relato de un
Reino espléndido en la boca de muchachas condenadas a
La hoguera, ni el tiempo de luz recuperado por los ciegos
A la sombra de los cedros, ni el jardín de delirios infinitos
En la piel de los antiguos aurigas del Nilo.
Nada tienta ni rinde al deseo
Incólume de ser yo en ti, lo que aún
No has nombrado.

 

LA PALABRA JARDIN

Rigurosamente vigiladas, flores
Azules y violetas sostienen su vuelo
En el aire medieval de esta mañana.
Reunidas como tentación circular en el sendero
De los caminos que las bifurca, rehacen el secreto
De la casa y el muro en el que apoyo mi sombra
Para contemplarlas, y yo soy su centinela
Y ellas mi casa.

 

OPÚSCULO DE AMOR LUSITANO
Fue en la noche rota del Tajo, que
Aprendí a amar tu imagen en vuelo, las
Temblorosas gacelas que avaras, emprendían
Contigo esa fuga hacia imposibles campos
De centeno, y en el resplandor
zafiro de tu distancia definitiva,
Latió extranjero, mi corazón.