fuente

El ruido de las fuentes.
Ese apacible ruido
en el que cedes
los sentidos.
El agua que discurre por los dedos.
El agua que discurre
sonora
por el tímpano,
que por los ojos cae
e imaginas recorre
la forma de tus labios.
El agua de las fuentes.
Donde posan los pájaros
un minuto de sed
y la nostalgia
cae
en el olvido.
La lánguida paciencia
de las fuentes
detrás de los cristales.
La sumisa quietud
de las alondras
avistando las fuentes.
La yedra
por las piedras
de las fuentes.
El agua de las fuentes,
donde a veces,
los dioses se reflejan;
donde Caín y Abel
a veces se reflejan,
donde un carro
tirado por leones
al mirarse en las fuentes
ya no quiere luchar.
Donde también, a veces,
se miran los relojes;
y la humedad impide
que se diluya el tiempo
y, al pararse la noria
donde giran las horas,
quizá sea improbable
invente la vejez otra manera
posible de seguir.
Entonces no estaremos.
Allí, donde lleguemos,
inventaremos fuentes;
que son también
regazo de los sueños
y en ellas permanecen
mientras en la consciencia
esperan a encontrarse
entre las manos firmes
de Morfeo.

Elena Gutiérrez