Acabamos esta serie de microrrelatos de Amparo Pozo. Aquí os dejamos el último, para que lo disfrutéis:

Pájaro en el bolsillo

 

La muchacha llevaba escondido en el bolsillo el pajarito que encontró en el nogal: con la mano acariciaba en la oscuridad de la tela sus plumas de raso.

Por el sendero se acercaba Raúl con una vara y los hombros echados hacia atrás. Cuando se cruzaron, él se apartó y pisó los matojos para dejar libre el ancho de la vereda. Pero no la miró; no por soberbia sino porque los de las casas de arriba no miran a las de las casas de abajo.

Ya en su habitación sacó el pajarillo y lo dejó libre sobre la mesa. La avecilla estiró las alas, dio unos pasos con sus patas de alambre y lanzó unos cuantos chillidos al sol que entraba por la ventana, la ventana que se abría a la senda por la que había venido y en la que, a lo lejos, transitaba la bruma de Raúl, indistinguible ya. Sin perder tiempo, tomó al petirrojo en sus manos, lo posó en el alféizar, pasó un dedo soñador por su lomo tornasolado y, después, con las mismas, le empujó para que tomara el vuelo.

El pájaro aleteó con fuerza, revoloteó para remontar y cuando encontró la línea de estabilidad, hizo un giro a la derecha y se fue a posar en el cercano tendido eléctrico.