Fermín Herrero y Fernando del Val clausuran las jornadas de ‘Poesía en tiempos de disolución’

Como cierre para las jornadas de ‘Poesía en tiempos de disolución’, su coordinador, Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan, eligió una mesa redonda-testimonio que tendría a los poetas vallisoletanos Fermín Herrero y Fernando del Val como protagonistas y que llevaría por título ‘La disolución del género’. Así, el pasado veintitrés de mayo, los asistentes tuvieron la ocasión de disfrutar de  una diatriba bastante potente entre los dos ponentes.

Fernando del Val

Fernando del Val

Desde un principio, parecía clara la diferencia entre los dos poetas, que fueron presentados por Rodríguez Guerrero-Strachan como antagonistas, ya que (en palabras del propio coordinador), Herrero ostentaba una “poesía rural, pero con una sensibilidad contemporánea”, mientras que la poesía de Del Val  era mucho más urbana.

Los primeros testimonios de Fernando del Val parecían establecer de manera más clara la postura ya citada: “El siglo XX rompe la ilusión de la razón y significa el fin de la inocencia”. Continuando la plática en los mismos términos cronológicos, el joven aedo señalaba que la poesía de este siglo debía su ‘deconstrucción’ a la rivalidad frente a lo decimonónico, y que los avatares del mismo habían hecho avanzar el arte.

Para Fernando del Val, la disolución puede valer como recurso técnico y formal, y “el realismo traiciona la herencia del Homo Sapiens”. Estas palabras, tan en favor de la modernidad más absoluta y de la propia disolución, se verían, así mismo, matizadas más adelante por el propio poeta, quien sostuvo que no hay que olvidar la herencia, el pasado, la tradición y el canon, sobre todo en la defensa de lo moderno, aquello que abarca el siglo XIX, y no la post modernidad contemporánea.

Reaccionario a toda concesión a la disolución del género se mostró Fermín Herrero, quien también afirmó que “la poesía no es un género literario”. Enfrascado ya en el careo con su homónimo y amigo, Fernando del Val, Herrero aseguró alejarse de todo aquello denominado ‘moderno’, sin embargo, puntualizó que “uno no puede dejar de observar el abismo de la modernidad”.

Como blanco de sus reticencias, Fermín Herrero señaló a Fernández Mayo como “la máxima expresión de la modernidad, de la disolución”, quien para él es un ejemplo de la deriva de la modernidad sentando cátedra con “argumentos peregrinos”.

También, el poeta soriano atacó todo signo de igualdad a la hora de la valoración de una obra, ya que, según él, “al primer adjetivo que esté puesto con calzador se ve que hay cosas mejores que otras”.

Tras estas sentencias del escritor de las Tierras Altas, su compañero, Fernando del Val, se descubrió, y apoyó muchas de las sentencias de Herrero. Además de señalar que la disolución viene dada por una mala praxis, por un exceso de exhibicionismo, añadió: “Siempre me he manifestado cercano a la tradición. Prefiero leer a Gamoneda que a autores de mi edad”.

Con esta postura conciliadora de los dos poetas sobre el estado de disolución de la poesía y la lectura de selecciones de su propia obra se clausuraron las apasionantes jornadas que llevaban por nombre ‘Poesía en tiempos de disolución’, no sin antes señalar los pertinentes agradecimientos su coordinador, Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan.