Os dejamos con el tercer relato de Amparo Pozo, alumna de Yolanda Izard.

 

Noche oscura del alma

 

La primera habitación era blanca como la paja. Creí que escondería alimentos para sobrevivir: harina, nieve que se transforma en agua, grasa para cocinar. Escudriñé alacenas y rincones; nada encontré. Traspasé la puerta y el siguiente salón era igual, pero rojo. Una luminosidad rebelde, extenuante. A falta de comida buscaré amor, me dije. Me arrastré por tierra persiguiendo olor a moho, que dicen que encubre sentimientos arcaicos, arañé con ardientes emociones el mosaico encendido, toqué con la lengua la cera brillante del suelo, golpeé el pubis contra las baldosas, las resquebrajé, pero nada.

Era un sueño potente, de imágenes nítidas, cristalinas. Y sin embargo, me negaba todo: el pan y la sal. Ni un resquicio por donde entrara la ternura, el amor; ni tampoco la angustia, ni el odio. Una nave agrícola de cemento armado clavada en la explanada.

Traspasé muchas más puertas que daban a diferentes colores: verde, amarillo, azul, marrón. Todas vacías y sin pulso.

Así de triste trascurrió la noche.