La escritura del pensamiento – MICRAS de José Calvo González – Diputación de Málaga, 2015.

José Calvo González, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Málaga, no es un jurista al uso, sino un pensador del Derecho preocupado por encontrar siempre y mantener el lazo originario del mundo jurídico con el ámbito de la cultura. Si la formalización del Derecho a partir del siglo XIX, con todo el aparato dogmático, ha perseguido desarrollar un mundo jurídico hipertecnificado, cuyo culmen ha querido ser el pensamiento analítico heredero de Kelsen y su Escuela, Calvo González ha desplegado una dilatada investigación en la que la integración del Derecho en el terreno más vasto de la cultura aparece como una constante (como decía el jurista belga François Rigaux, el Derecho es una parte de la cultura). Sin duda, su tarea más minuciosa y dedicada ha estado en el campo de lo que se conoce como Derecho y Literatura, con distintas variantes, entre las que no es la menos importante la que concibe y analiza el “Derecho como literatura”, donde ha hecho sustanciales aportaciones. Con todo, también ha desarrollado su investigación en el terreno de la antropología jurídica, con una gran lucidez en el descubrimiento de las dificultades de entendimiento de ambas disciplinas, hasta el punto que deben considerarse algunos de sus trabajos como de obligada lectura para cualquier jurista que quiera hacer una incursión productiva en el terreno de la antropología. Y con este bagaje, el merecido reconocimiento del mundo oficial del Derecho no le ha faltado, pues en fechas muy recientes ha recibido la Cruz Distinguida de primera Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort, por su dilatada trayectoria.

Justificada tan extensa presentación por la necesidad de contextualizar adecuadamente a nuestro autor, mi interés está en reseñar este hermoso libro que lleva por título Micras, recientemente llegado a mis manos, y que resulta ser una incursión de Calvo González directamente en el terreno literario, donde ya tiene significativos antecedentes, como son Una mano de tinta (2002), Objetos de escritorio (2006) y Trazos & Trizas (2007). El título, Micras, alude al carácter de textos breves o fragmentarios que lo componen. Así, aparecen piezas concisas, escuetas, herederas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, junto a otras aforísticas de carácter sapiencial, en estos tiempos tan privados de sabiduría, e incluso poemas visuales sugerentes y libres de prejuicios formales.

El texto lo componen doce arbitrarios capítulos, en los que se hace notar la nominación latina en la mayor parte de las ocasiones, a los que se añade un Postscriptum. La arbitrariedad a la que aludo tiene que ver con el capricho en sus dimensiones, que en un determinado sentido recuerda a los criterios clasificatorios de animales de Borges, donde su fundamento responde a pautas caprichosas pero enormemente sugerentes. El primero, y más largo de todos los capítulos, lleva por título Sola Scriptura, donde un sentido poético recorre los generalmente brevísimos textos alrededor de la escritura, aunque en ocasiones establece un mayor desarrollo que permite un despliegue narrativo de cierta profundidad, como aquellos textos en los que se dialoga con la tradición literaria u otros de forma aforística. Metáforas, paralelismos, juegos de palabras, paradojas, relecturas de la puntuación, una reinterpretación de la escritura que posibilita hallar imágenes y visiones de la realidad que sorprenden y se vinculan en no pocas ocasiones con el surrealismo. Hay incluso algún poema visual.

El resto de capítulos son mucho más breves. El segundo, de título De verbo, et nominibus, et lege, se dedica a la expresión verbal, manteniendo el juego de textos breves y un poco más largos, con una riqueza de técnicas y soluciones que lleva al lector a la sorpresa y la reflexión. El brevísimo capítulo tercero de título Papiroflexias se detiene en barcos y pajaritas y conduce a un cuarto capítulo, también de mínima extensión, titulado Papelería, donde las evocaciones, las metáforas y las imágenes escritas a modo de poemas visuales se imponen. Sirva un ejemplo:

“¡Sorpresa! Y la Literatura se levantó del papel plantándole cara”.

El capítulo quinto, también muy breve, Hermenéutica del sentido, inicia una serie en la que los capítulos llevan títulos aún más abstractos y conceptuales. El capítulo sexto, Teoría del cuento, desarrolla en seis textos breves y otros dos por añadidura una singular teoría que no debo desvelar sobre la narración y sus problemas, por ejemplo de paginación. Epistolario, con un solo texto de tres líneas, constituye el séptimo capítulo, donde una carta es recibida por avión. El octavo capítulo, Lecturalia, se detiene, es un decir, en la lectura, a través de otro breve texto sobre lectura y resurrección.

El capítulo noveno, de título Errata, sed non corrigenda, se inicia con un poema visual “dadaísta”, que hace pensar si es “errata” o juego deliberado de confusiones (como dijera Aldo Pelegrini, el introductor del surrealismo en Argentina, “para contribuir a la confusión general”). Las erratas permiten un juego de sentidos diversos que además de hacer sonreír, llevan a la reflexión. El capítulo décimo, Musica libera, vuelve a contener un solo texto.

Pro-Letrario. Para-Abecedarium, el capítulo decimoprimero, acoge poemas o textos visuales basados en un juego de letras mucho más que de palabras, en una recreación de interpretaciones y sugerencias, donde a veces los textos incluyen o se transforman en greguerías visuales. El último capítulo propiamente dicho, si cabe considerarlo así, sería el decimosegundo, que lleva por título Praescripta calligraphica, dedicado a la caligrafía, y que se funda de nuevo en la agudeza de metáforas, paralelismos, juegos de palabras, paradojas, relecturas, reinterpretaciones, etc.

Y queda, para finalizar, el ya mencionado Postscriptum. Un único texto, Estampa, cuyo contenido juega con ser concisión y resumen del libro. Recojo un pasaje:

“(…) No, era raro. Mejor dicho, era singular, inusual, impar, insólito, original, extravagante, anómalo, extraño y todo a un tiempo. Esto es, raro, esencialmente raro. Era raro, o sea raro”.

Una aportación literaria que puede decirse que habla de la “escritura del pensamiento”. En su juego de palabras, letras, imágenes y sentidos, este texto de José Calvo González expresa una enorme inteligencia. Constituye un discurso sobre la dialéctica entre forma y contenido de nuestra expresión. Recoge un enorme conocimiento del verbo y hasta una teoría del conocimiento de la escritura en un momento de gran banalización y uso de apócopes para las redes sociales. Un texto de enorme profundidad sobre nuestra tradición escrita y literaria. Una aportación impagable sobre la normativización y el lenguaje, como antes decía citando a Aldo Pelegrini, si se me permite, “para contribuir a la confusión general”.
Damaso Javier Vicente Blancomicras b 001