Me habían recomendado fervientemente la lectura de este conjunto de relatos y aun así no podía entonces adivinar el impacto que habrían de provocar en mí. Marina Pérezagua (1978) es de la estirpe de esos escritores para quienes la creación es un acto de absoluta libertad, en la que no se escuchan los desagradables ruidos...